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'El reducto de la kinoética' es un blog de crítica, opinión y análisis sobre cine y los temas que lo circunscriben. Un intento de volcar otro punto de vista y dar a conocer nuevas perspectivas sin despreciar un lenguaje cercano, hábil y poético.

martes, 5 de agosto de 2008

Electroma (2006)


Daft Punk representan uno de los mitos musicales contemporáneos: de gran éxito pese a su ecleptismo, icónicos, misteriosos y con la capacidad de sorprender con la misma sencillez con la que experimentan, son, al márgen de gustos, una rara avis del panorama musical electrónico. Su status de culto y sus facilidades económicas les llevaron a escribir y producir un proyecto tan inusual como fascinante, una película de anime cuyos extractos sirvieron de videoclips promocionales junto a un disco conceptual, el resultado fue una cinta entrañable llamada Interstella 5555: The 5tory of the 5ecret 5olar 5ystem, dirigida por Leiji Matsumoto en 2003.

Tres años más tarde, el dúo electrónico se lanza a la dirección con un proyecto de ínfimo presupuesto e intenciones muy claras: narrar la historia de un par de robots con ansias de convertirse en humanos, en la tradición más propia de Asimov. Dichos protagonistas anónimos, solo identificados por las chaquetas con el nombre de la banda al frente, conviven en una California de aire retro y felicidad plástica, rodeados de robots de idénticas apariencias. El elemento diferenciador será su perdición y les llevará a una redentora travesía por el desierto.


Izquierda: fotograma de Electroma, oculto entre imágenes de dunas, los genitales de una mujer.
Derecha: 'L' Origine du monde' de Gustave Cubert, pintura realista de 1866.


La propuesta es admirable, y viene acompañada del ináudito talento de sus directores para crear imágenes tan perturbadoras como hermosas, con claros elementos de Zabriskie Point. Si bien, es llevada hasta extremos un tanto innecesarios, que le ha valido la comparación con el Van Sant de Gerry, aunque en mi opinión, sería más interesante relaccionarlo con un origen más arraigado, como las cintas de Philippe Garrel, y en concreto, La cicatriz interior. A conllevar los momentos menos acertados nos ayuda la excelente selección musical, ajena pero no en distinto camino a las habituales composiciones del grupo, y finalmente, la conclusión de la cinta deja el buen sabor de boca de una cinta que, pese a su corta duración, demuestra talento e interés, si bien se encuentran momentos más vacíos de lo habitual.


1 comentarios:

M. Jordan dijo...

Qué grande es Electroma!
Mi espinita es no haberla disfrutado en pantalla grande. Snif, snif.
Le iba a dedicar un post en mi blog pero no quiero que me tilden de copieta así que me quedo con el buen sabor de boca de saber que hay quien la reivindica por el mundo de los blogs.

Saludos

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